March 2012 - Vol. 58.


Kairos Gappers who served in YouthWorks-Detroit last summer
.Por qué la Brecha 

[English version: Why the Gap?]
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por Miguel Vargas

El baluarte de la Espada del Espíritu ha sido edificado por muchos hombres y mujeres que estuvieron dispuestos a dejar todo atrás para seguir al Señor. He oído muchas historias inspiradoras de los comienzos del movimiento de comunidad de alianza en los 70’s y 80’s. Muchos jóvenes solteros y casados decidieron mudarse de una ciudad a otra para poder vivir en comunidad cristiana. Dejaron sus trabajos y estudios y la posibilidad de avanzar en una carrera profesional, dejaron amigos y parientes para servir al Señor en una comunidad carismática de alianza. Hoy admiramos los sacrificios que estos pioneros hicieron para construir comunidades cristianas alrededor del mundo y nos beneficiamos del fruto de su labor. Es fácil pensar ahora que ya no necesitamos hacer este tipo de sacrificios. Pero el Señor continúa llamando a muchos jóvenes hoy a tomar decisiones radicales para vivir como discípulos y servir a la Espada del Espíritu. Estamos escuchando al Señor llamando a muchos a que le sirvan generosamente, ofreciendo seis meses, un año, dos años o toda una vida de servicio en la misión de nuestra comunidad de comunidades.  

En los meses pasados he tenido conversaciones con jóvenes de diversos lugares en el mundo que están considerando participar del programa de Misioneros Voluntarios en la Brecha de la Espada del Espíritu. Hay un elemento común en las conversaciones que he tenido con ellos: casi todos quieren hacerlo, pero se preguntan sin no será demasiado riesgoso para ellos. Es natural y comprensible que queramos tomar control de nuestro futuro y no perdernos la oportunidad de avanzar en la vida. Después de todo, los brechistas eligen detener su desarrollo profesional por un año o más para servir al Señor en la misión. En ese tiempo se perderán oportunidades de trabajo, oportunidades de ganar entrenamiento profesional, y la posibilidad de establecerse en su estado de vida o encontrar una pareja. Los brechistas a menudo se mueven a comunidades lejos de su país, lejos de las personas que más aman. Probablemente se perderán momentos importantes en las vidas de sus amigos, y tendrán que decir no a muchas cosas que quisieran hacer. Es natural preguntarse si vale la pena el costo y el sacrificio de la Brecha.

Para aquellos considerando el llamado a servir al Señor en el programa de Misioneros Voluntarios en la Brecha, es muy útil hablar con personas que previamente hicieron un año de Brecha y así escuchar lo que ellos ganaron de la experiencia de dejar atrás otras cosas buenas para servir al Señor. Cristianos sabios que nos conocen bien, como padres, líderes de jóvenes, líderes pastoral y coordinadores, pueden ofrecernos un consejo que nos ayude a aclarar las dudas y preocupaciones que tenemos para una decisión como esta. 

La persona más importante a la que debemos consultarle es al Señor mismo. ¿Confiamos en que nos guiará a tomar la decisión correcta? Si hemos decidido servirlo, ¿proveerá él nuestras necesidades físicas, espirituales y emocionales? Sabemos que tuvo el poder de abrir el Mar Rojo para Moisés y el pueblo de Israel y de guiarlos con seguridad a través del desierto por cuarenta años. Jesús no solo tuvo el poder de realizar milagros como alimentar a cinco mil personas, también tuvo el poder para resucitar de entre los muertos después de tres días en la tumba. Creemos que su poder está en acción todavía hoy, trayendo gente a una nueva vida en Cristo y levantando comunidades cristianas alrededor del mundo. Si el Señor ha hecho todas estas cosas por el bien de su pueblo en el pasado, ¿no va también a ser capaz de darme un trabajo, un lugar para vivir y un futuro estable después de que yo le dé un año de servicio? La Escritura nos asegura el cuidado de Dios: “Porque no es injusto Dios para olvidarse de vuestras obras y del amor que habéis mostrado en su nombre, con los servicios que habéis prestado y prestáis a los santos.” (Hebreos 6:10)

¿Es la voluntad de Dios que yo haga un año de Brecha? ¿O debe hacerlo tu hijo o hija, o el joven de quien eres líder pastoral o a quien sirves en el programa de jóvenes? No veo cómo el Señor podría enojarse o disgustarse con cualquier joven que escoja ofrecerle todo su corazón, su vida, sus dones y talentos, abandonándose completamente a su cuidado fiel. Este tipo de ofrenda agrada al Señor y le da gloria.

Puedo compartir un poco de mi propia experiencia personal, habiendo ya vivido y servido en varias comunidades por más de tres años afuera de mi país, Costa Rica. Puedo decir que definitivamente vale la pena. He vivido a miles de kilómetros de mi casa, me he perdido momentos importantes en las vidas de mis seres queridos, momentos alegres y momentos difíciles. He tenido que hacer significativos ajustes y cambios culturales para adaptarme a las costumbres de la gente a la que he servido en otros lugares. También he pasado por tiempos en los que sirvo sin saber si hago alguna contribución útil a las personas con las que trabajo. ¡Pero en todo ese tiempo el Señor ha estado a mi lado! Y no me ha defraudado. Ha estado ahí para apoyarme en toda circunstancia de mi vida: en mi oración personal, en la rutina diaria de vida comunitaria, en el servicio y en el cuidado que he dado a otros. ¿Realmente vale la pena este tipo de vida y de servicio? Creo firmemente que sí vale la pena. No tengo miedo de lo que el Señor me mande hacer en el futuro, ya sea volver a mi país o ir a otro lugar, siempre estará conmigo para establecerme en el trabajo y el servicio que quiere para mí.

El sacrificio que el Señor le pidió a nuestros padres y a aquellos que pasaron antes que nosotros en la Espada del Espíritu hace alrededor de cuarenta años no es una cosa del pasado. El Señor continúa llamándonos a servirlo como discípulos en misión. Él continúa pidiéndonos las mismas cosas: ofrecer nuestras vidas a él, y escoger libremente ir y servir a donde sea que nos lleve. Creo que él quiere que seamos todavía más radicales al servirlo generosamente. No debemos dejar que el miedo o la inseguridad nos detengan al responderle al Señor con confianza. Nuestro Dios es un Dios fiel que nunca abandona a los que le han ofrecido la vida de todo corazón. Creo que nuestras comunidades y el mundo a nuestro alrededor, hoy más que nunca, tiene una necesidad imperiosa de jóvenes libres y valientes que estén dispuestos a proclamar la fe en Cristo, el Señor y Salvador del mundo.
 

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