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Autor: Alex Kilpatrick, de Work of Christ en Lansing, Michigan.

Carácter, no conexiones

En su primera carta a Timoteo, Pablo describe cómo debe ser un líder cristiano. Escribe que “si alguno desea ser obispo, a noble función aspira. Así que el obispo debe ser intachable, esposo de una sola mujer, moderado, sensato, respetable, hospitalario, capaz de enseñar; no debe ser borracho ni pendenciero, ni amigo del dinero.” (1 Timoteo 3:1-3)

La mayoría de la gente que aspira a calificar para un trabajo toma en cuenta ciertas cosas para aumentar sus posibilidades: afilar ciertas habilidades relevantes, buscar conexiones con gente importante que puedan usar como referencias, reforzar su currículum. Pero, a los ojos del Señor, el requisito más importante para alguien que aspira a ser un líder no son las capacidades ni las conexiones, es el carácter. En la lista de requisitos que describe Pablo, se refleja una persona con un carácter cristiano maduro, alguien cuya fe ha tenido un impacto concreto y duradero en su forma de conducirse en las situaciones cotidianas.

¿Cómo puedes invitar al Señor a tus retos de hoy (pequeños y grandes) y permitirle que te forme en el carácter de Jesucristo? ¿Cómo puede él disponerte y equiparte para asumir la responsabilidad del liderazgo que se le da a un hijo maduro de Dios?

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